La Habitación (2009) marca un punto clave en la obra de Manuel Calderón, tanto por la precisión de su dibujo como por la profundidad de su exploración del espacio y la identidad. Durante meses, el artista habitó su antigua habitación, cubriendo tres de sus paredes con papel y trazando en carboncillo la imagen de su cuerpo desnudo, encogido en posición fetal. La escala monumental y el detalle minucioso del dibujo sumergen al espectador en una experiencia íntima, casi visceral, de confinamiento y vulnerabilidad.
Este proyecto no solo cierra un ciclo personal, sino que también abre una investigación sobre el acto de habitar. A través del dibujo, desarrolla una reflexión en torno al autorretrato y la arquitectura, cuestionando los límites físicos, políticos y emocionales del espacio, a la vez que sienta las bases para sus obras posteriores.