En Escaleras infinitas, Manuel Calderón continúa su exploración sobre la relación entre cuerpo, arquitectura y dibujo. Aprovechando la verticalidad del papel, el artista traza esquemáticamente el perfil de unas escaleras que se repiten para sugerir la estructura de un edificio. Mediante el dibujo y la animación digital en bucle, Calderón introduce un personaje multiplicado en un ascenso constante por estas escaleras.
El movimiento no pretende alcanzar un destino específico, sino habitar el recorrido mismo. La multiplicación del individuo en la obra sugiere además la pérdida de singularidad, enfatizando la condición anónima impuesta por la arquitectura repetitiva y estandarizada. De este modo, Escaleras infinitas reflexiona sobre la escalera como estructura simbólica y funcional, revelando la dualidad entre la ilusión de ascenso y la imposibilidad de trascender la repetición.