En Caja rodante, Manuel Calderón construye una estructura elemental: un cubo de madera de un metro cúbico, al que incorpora dos caras circulares y una base con ruedas que permite hacerlo girar sobre su propio eje. Dentro de esta estructura, el artista introduce su cuerpo y registra, desde un punto de vista fijo, los intentos por mantenerse estable. La gravedad interrumpe cada esfuerzo: el más leve movimiento provoca el giro de la caja, poniendo en evidencia la inestabilidad de las formas que intentamos habitar.
En la edición del video, el cuadrado permanece fijo en la imagen mientras todo el entorno gira a su alrededor. Esta inversión perceptiva desplaza la mirada: lo que se mueve no es el objeto, sino el mundo que lo contiene. El cubo ya no es sólo un volumen geométrico, sino un punto de referencia alterado, una celda giratoria que cuestiona la relación entre cuerpo, espacio y estabilidad.
La estructura remite a las formas primigenias que atraviesan la obra de Calderón: el cuadrado como emblema de lo racional y lo humano; el círculo como símbolo del ciclo, del infinito, de lo natural. Pero también se introduce una dimensión de escala: el cubo de un metro por lado retoma una proporción ligada a la historia misma de la medida. El metro, definido como la diezmillonésima parte del cuadrante terrestre, hace de esta caja una representación a escala del mundo. Y, sin embargo, esa medida racional se vuelve frágil frente al impulso rotatorio, a la pérdida del equilibrio.
Caja rodante es una máquina simple de inestabilidad, una arquitectura elemental que revela los límites de nuestra necesidad de control y la tensión permanente entre las formas que construimos y las fuerzas que nos atraviesan.