La ilusión de un piso propio explora la fragilidad del hogar como concepto a través del trabajo con la madera y el estudio de la forma geométrica. Inspirada en una pintura de Bridget Riley, cuyas composiciones ópticas transforman patrones estáticos en eventos perceptivos, la pieza reinterpreta uno de sus diseños, cercano al lenguaje visual del parqué tradicional, para construir un fragmento de suelo. La superficie se ensambló utilizando maderas tropicales, materiales usualmente ajenos a los espacios domésticos europeos. Su disposición genera una ilusión geométrica que perturba la percepción, cuestionando tanto la estabilidad visual como simbólica de aquello que se pisa.
El título mismo encierra un juego de sentidos: en España, ‘piso’ remite a una vivienda; en América Latina, alude al suelo. Esta ambigüedad potencia la tensión entre el deseo de habitar y la materialidad del espacio. Al mismo tiempo, ‘ilusión’ se refiere tanto al efecto óptico generado por el patrón como a la expectativa, afectiva y social, de alcanzar un lugar propio. Así, más que una cita formal, la obra se convierte en una metáfora de los desafíos contemporáneos del habitar, en lo material y en lo emocional. El suelo, símbolo de arraigo y pertenencia, aparece aquí como una superficie inestable, compuesta por elementos desplazados de su contexto original, como las maderas tropicales que reconstruyen un patrón europeo. En ese gesto se inscribe también la experiencia del artista inmigrante: proveniente del trópico, ensambla fragmentos ajenos en un intento por construir un lugar posible dentro del arte europeo. La pieza reflexiona sobre la vivienda, el desarraigo y la incertidumbre económica que atraviesa la práctica artística, revelando las tensiones entre lo propio, lo adoptado y lo ilusorio.