La obra, conformada por 36 dibujos en tinta sobre papel que integran una animación en bucle, muestra un personaje que camina en círculos sobre una cuadrícula. Nuevamente, el artista utiliza su propio cuerpo para explorar la relación con el espacio arquitectónico. Este gesto sencillo revela una dualidad: por un lado, el cuerpo atrapado por límites geométricos rígidos; por otro, un desplazamiento interior hacia la reflexión, sugiriendo que caminar es también habitar el pensamiento.
Metros cuadrados presenta así la síntesis del espacio en su esencia geométrica y un hombre que habita sus límites. El espacio reducido, esquemático, refuerza la tensión entre la racionalidad arquitectónica y el movimiento orgánico y circular. De esta forma, la obra evidencia cómo habitamos no solo lugares físicos, sino también espacios mentales en los que transitamos de manera cíclica, reflexiva e introspectiva, inevitablemente condicionados por las estructuras que nos contienen.
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